viernes, 30 de agosto de 2013

Orfeo

Orfeo (en griego Ορφέυς) es un personaje de la mitología griega. Según los relatos, cuando tocaba su lira, los hombres se reunían para oírlo y hacer descansar su alma. Así enamoró a la bella Eurídice y logró dormir al terrible Cerbero cuando bajó al inframundo a intentar resucitarla. Orfeo era de origen tracio; en su honor se desarrollaron los Misterios Órficos, rituales de contenido poco conocido.

No hacen mención de Orfeo ni Homero ni Hesíodo, pero era conocido en la época de Ibico (ca. 530 a. C.), y Píndaro (522 — 442 a. C.) se refiere a él como «el padre de los cantos».
Desde el siglo VI a. C. en adelante fue considerado como uno de los principales poetas y músicos de la Antigüedad, el inventor de la cítara y quien añadió dos cuerdas a la lira: antes, la lira tenía siete cuerdas; la lira de Orfeo, nueve, en honor a las nueve musas. Con su música, Orfeo era capaz no sólo de calmar a las bestias salvajes, sino incluso de mover árboles y rocas y detener el curso de los ríos. Como músico célebre, fue con los Argonautas en busca del vellocino de oro. Se le supone como uno de los pioneros de la civilización, habiendo enseñado a la humanidad las artes de la medicina, la escritura y la agricultura. En su aspecto más conectado con la vida religiosa, fue augur y profeta. Practicó las artes de la magia, en especial la astrología. Fundó o hizo accesibles muchos cultos importantes, como los de Apolo y Dionisos; instituyó ritos místicos, tanto públicos como privados; prescribió rituales iniciatorios y de purificación. Se dice que visitó Egipto y que allí se familiarizó con los escritos de Moisés, y con la doctrina de una vida futura.

De acuerdo con la tradición más conocida, Orfeo era el hijo de Eagro, rey de Tracia, y de la musa Calíope (Clío en otras versiones). Según otras fuentes, su padre no era Eagro, sino Apolo. Esto último es más coherente con la devoción de Orfeo por este dios, que es el dios de la música.

A pesar de su origen tracio, Orfeo se unió a la expedición de los Argonautas, cuyo jefe, Jasón, había sido informado por Quirón de que sólo con la ayuda de Orfeo se podría pasar indemme a través de las Sirenas. Las Sirenas vivían en tres pequeñas islas rocosas llamadas Sirenum scopuli y cantaban hermosas canciones que atraían a los marineros hacia ellas. Entonces los devoraban. Cuando Orfeo oyó sus voces, sacó su lira y tocó su música, que era más bella que la de ellas, tapándola y ahogándola.

La historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Eurídice. Algunas versiones cuentan de Eurídice que murió al ser mordida por una serpiente mientras huía de Aristeo; otras, que el hecho fatal ocurrió mientras paseaba con Orfeo.
En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de Eurídice. Consternado, Orfeo tocó canciones tan tristes y cantó tan lastimeramente que todas las ninfas y todos los dioses lloraron y le aconsejaron que descendiera al inframundo  en busca de su amada.

Camino de las profundidades del inframundo, Orfeo tuvo que sortear muchos peligros; empleando su música, hizo detenerse los tormentos del inframundo (por primera y única vez), y, llegado el momento, ablandó los corazones de Hades y Perséfone, que permitieron a Eurídice que volviera con Orfeo al mundo de los vivos, pero con la condición de que él caminase delante de ella y no mirase atrás hasta que hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen a la mujer.
A pesar de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto: ni siquiera se volvía para asegurarse de que Eurídice estuviera bien cuando pasaban junto a un demonio o corrían algún otro peligro. Orfeo y Eurídice llegaron finalmente a la superficie. Entonces, ya por la desesperación, Orfeo volvió la cabeza para ver a su amada; pero ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, y aún tenía un pie en el camino del inframundo, así que se desvaneció en el aire.


Según cuenta Ovidio, Orfeo intentó regresar al inframundo, pero Caronte le negó el paso por el río Leteo, así que Orfeo se retiró a los montes Ródope y Hemo, donde permaneció tres años evitando la unión amorosa con cualquier mujer, a pesar de que se le ofrecieron muchas ninfas.  Orfeo seguía cantando y tocando la lira, lo que provocó que los árboles se conmovieran. En esos montes, fue visto por las Bacantes tracias, que se sintieron despreciadas por él. Apresaron a los animales que lo acompañaban y a él lo apedrearon, lo despedazaron y esparcieron sus miembros. Su cabeza y su lira fueron arrojadas al río Hebro; esos restos fueron a parar al mar, y, cerca de la isla de Lesbos, una serpiente quiso comerse la cabeza de Orfeo, pero Apolo la transformó en roca. Por su parte, Dioniso castigó a las Bacantes convirtiéndolas en árboles. Mientras, el alma de Orfeo encontró a la de Eurídice en el inframundo, y desde ese momento son inseparables.

Otras versiones, recogidas por Pausanias, señalaban que Orfeo obligaba a los maridos de las mujeres de Tracia a que lo siguieran en sus viajes. Por eso lo mataron mientras estaban embriagadas de vino, y por ello se estableció la costumbre de que los hombres salieran a combatir tras haber bebido. También se contaba que a Orfeo lo había matado un rayo enviado por Zeus en castigo por haber enseñado a los hombres misterios inauditos. Otros contaban que, subiendo del averno, Orfeo se había vuelto para ver si lo seguía Eurídice, y al no verla, se suicidó. Los tracios decían que los ruiseñores que más alto y mejor cantaban eran los que anidaban en la tumba de Orfeo.
Por su parte, Higino recoge otras dos tradiciones. Calíope, madre de Orfeo, había participado como juez en la disputa entre Afrodita y Perséfone por la posesión de Adonis. Afrodita, al no satisfacerle el veredicto, hizo que todas las mujeres tracias se enamoraran de Orfeo hasta tal punto que llegaran a despedazarlo. Otros contaban que la causa había sido que Orfeo había sido el primero en mantener relaciones amorosas con hombres, lo que había supuesto una ofensa para las mujeres.
Según Platón, los dioses impusieron a Orfeo el castigo de morir a manos de mujeres por no haber tenido el arrojo de morir por amor.



Jean Cocteau realizó una trilogía cinematográfica basada en el mito.
Marcel Camus dirigió la película Orfeo negro, en la que la historia de Orfeo y Eurídice se traslada al Carnaval de Río de Janeiro.

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miércoles, 28 de agosto de 2013

Jack Arnold

Jack Arnold Waks nació en New Haven, Connecticut, Arnold dirigó numerosas películas de ciencia-ficción de bajo presupuesto. Jack Arnold inició su carrera como actor teatral y director de documentales, siendo nominado al Oscar al mejor documental por “With this hands” (1950). Debutó como realizador de largometrajes con Girls in the night (1953), un título de cine negro protagonizado por Joyce Holden.
A mediados de los 50, empezó una serie de películas fetriche. Entre las más conocidas, Ensayo dramático (1953) (un thriller psicológico con Edward G. Robinson y John Forsythe), Llegó del más allá (relato de Ray Bradbury con Richard Carlson y Barbara Rush como protagonistas), La mujer y el monstruo (una películas rodada en 3-D con Julie Adams y Richard Carlson) o su película más recordada, El increíble hombre menguante. Todas ellas fueron alabadas por su atmósfera y sus guiones extremadamente sofisticados.
Aparte de la ciencia-ficción, Arnold tocó otras temáticas. En ellas se pueden destacar westerns (como Red Sundown)(1956), algún drama (como Escala en Tokio) (1958), con Lana Turner, y comedias, como Un golpe de gracia (1959), película protagonizada por Peter Sellers y Jean Seberg. También en esta década, realizó diferentes trabajos en televisión como capítulos para las series Peter GunnLátigo o Mr. Lucky. Posteriormente, alternaría sus trabajos en el cine, entre ellas varias con Bob Hope, como Soltero en el paraíso (1961) o Un biberón en la ONU (1964) con contribuciones a la pequeña pantalla como Dr. KildareLa isla de GilliganThe Brady Bunch,McCloudLa mujer biónicaWonder WomanVacaciones en el mar o La bella y la bestia.
Arnold murió en Los Ángeles, California a la edad de 76 años. 

Filmografía
  • The Valley of the Shadow (1947)
  • With These Hands (1950)
  • The Challenge (1951)
  • World Affairs are Your Affairs (1951)
  • Working Through College (1951)
  • Girls in the night (1953)
  • Ensayo dramático (The Glass Web) (1953)
  • Llegó del más allá (It Came from Outer Space) (1953)
  • La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon) (1954)
  • Revenge of the Creature (1955)
  • Tarántula (Tarantula) (1955)
  • Regreso a la tierra (This Island Earth) (1955)
  • Sangre en el rancho (Red Sundown) (1956)
  • El increíble hombre menguante (The Incredible Shrinking Man) (1957)
  • El vestidor roto (The Tattered Dress) (1957)
  • Man in the Shadow (1957)
  • High School Confidential! (1958)
  • Hijos del espacio (The Space Children) (1958)
  • Escala en Tokio (The Lady Takes a Flyer) (1958)
  • Monster on the Campus (1958)
  • No Name on the Bullet (1959)
  • Un golpe de gracia (The Mouse That Roared)(1959)
  • Soltero en el paraíso (Bachelor in Paradise) (1961)
  • Un biberón en la ONU (A Global Affair) (1964).
  • Los impetuosos (The Lively Set) (1964)
  • Hello Down There (1969)
  • Black Eye (1974)
  • Boss Nigger (1975)
  • Conspiración en Suiza (The Swiss Conspiracy) (1976).
  • The Wackiest Wagon Train in the West (1976)

Fuente Wikipedia








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martes, 27 de agosto de 2013

El manuscrito encontrado en Zaragoza

 Jan Potocki luchó como soldado contra los piratas berberiscos y viajó por toda Europa Occidental (Alemania, España, Francia, Inglaterra, Italia...), los países del Magreb,Egipto y Turquía. Además, entre otras hazañas y vivencias, en 1788 creó una imprenta y una editorial, sorprendió a sus compatriotas sobrevolando en globo Varsovia en 1790,y en 1805 se marchó a Pekín como asesor científico del zar Alejandro I de Rusia.Pero la expedición nunca alcanzó su meta al negar les el paso el emperador Yung Yen por razones políticas , recalando en Urga (Mongolia).
Una de las más fascinantes leyendas surgidas en torno del conde polaco Jan Potocki, autor de una de las grandes novelas de la literatura fantástica europea de todos los tiempos, El manuscrito encontrado en Zaragoza, guarda relación con su escalofriante suicidio,acaecido el 20 de diciembre de 1815. Pese a la sólida formación cultural de Potocki, tanto científica como humanística - le interesaba vivamente el ocultismo, la egiptología, la etnografía, la filosofía y la historia; además, hablaba con fluidez francés, alemán, ruso y árabe-,el escritor cayó en una profunda depresión a causa de una serie de lamentables hechos: el divorcio de su segunda esposa, Constance,y el recrudecimiento de la sífilis que padecía desde hacía unos meses.Recluido en su castillo de Uladowka con la única compañía de la servidumbre, el conde Jan Potocki empezó a creer que se había convertido en un hombre-lobo. Confinado por las noches en sus habitaciones, a fin de no dañar a nadie cuando se "transformara" en lobo, empezó a pulir la tapa de plata de una azucarera -regalo de su madre- dándole forma de bala. Un día, después de solicitarle al capellán del castillo la bendición del proyectil, esperó a la caída del sol y se voló la cabeza de un disparo.Quizá no podía haber muerto de otro modo este contemporáneo dela novelista inglesa Ann Radcliffe (1764-1823), pionera de la narrativa gótica europea, y del escritor y compositor alemán E. T. A. Hoffmann(1776-1822), cuya habilidad para mezclar lo grotesco y lo sobrenatural con un poderoso realismo psicológico, lo ha erigido en una de lasmás importantes figuras del romanticismo negro en el Viejo Continente.


Nacido el 8 de marzo de 1761 en la región polaca de Pików - quehoy forma parte de Ucrania-, el conde Jan Potocki, cuyo verdader onombre era Jan Nepomucen Potocki de Pilawa, vertió todas sus.experiencias aventureras e intelectuales'" en El manuscrito encontrado en Zaragoza, su única novela, pues la mayoría de sus libros versan sobre historia y viajes, exceptuando un par de obras de teatro, como Los gitanos de Andalucía (1794). Potocki empezó a escribir El manuscrito encontrado en Zaragoza en 1797, en francés -el título original es Manuscrit Trouvé él  Saragosse - , y en 1804 una editorial de San Petersburgo publicó la primera parte del libro. Con matiz marcadamente fantástico y macabro, la obra transcribe el documento hallado por un oficial de las tropas napoleónicas durante la liberación de Zaragoza, y cuenta, en catorce jornadas, las aventuras del noble caballero Alphonse Van Worden -perfecto alter ego del propio Potocki-, un oficial de la Guardia Valona que atraviesa Sierra Morena en dirección a Madrid. Por el camino, topa con todo tipo de personajes extraordinarios: gitanos, princesas árabes, anacoretas, endemoniadose, incluso, Ahasverus, el Judío Errante. Todos ellos ponen a prueba su temple y su cordura, trazando a la vez una visión pintoresca,fantástica y prerromántica de la España profunda del siglo XVIII, llena de inolvidables historias de aparecidos, cabalistas, ventas encantadas o leyendas moriscas, aromatizadas por un aire picaresco deudor dela tradición novelística del Siglo de Oro español. 


La segunda parte El Manuscrito Encontrado en Zaragoza de la obra, Tres relatos de Avadoro, historia española, vio la luz en 1813, y los elementos fantásticos desaparecen a favor de una intriga puramente cortesana.La técnica narrativa de "cajas chinas" utilizada por Jan Potocki, con historias dentro de historias que entremezcladas, se inspira directamente en el Decameron (1353), de Giovanni Boccaccio y, muy especialmente, en Las mil y una noches (S. XIV). No obstante, llama poderosamente la atención la abundancia de elementos cabalísticos y herméticos, directamente sacados de las obras de Apolonio deTriana, Christian Knorr von Rosenroth y Simon Magus como, por ejemplo, la figura de los ahorcados hermanos Zoto, que evocan adecimotercero arcano del Tarot, símbolo de la purificación por inversión del orden terrenal.Durante el siglo XIX, El manuscrito encontrado en Zaragoza cayó en el olvido, hasta que el texto fue recuperado en 1958 por EditionsGallimard, gracias a los esfuerzos del escritor, antropólogo y ensayista francés Roger Caillois (1913-1978), quien escribió:"Se trata de unade las grandes obras de la literatura fantástica de todos los tiempos y uno de esos raros libros que fortalecen el espíritu y la dignidad del género humano" .

 Según el erudito galo, El manuscrito encontrado en Zaragoza pertenece al siglo XVIII por su tono galante y por su estilo narrativo, por su pasión por el ocultismo, su irónica inmoralidad sentimental y sexual; mas también se anticipa al romanticismo, en especial por sus elementos siniestros, y por su indefinición a la horade mostrar lo vivido y lo soñado, lo real y lo fantástico.Traducida al polaco en 1847 por Edmund Chojecki, El manuscrito encontrado en Zaragoza se convirtió poco a poco en lo que podríamos llamar un éxito popular, si bien la novela no alcanzaría su justa fama hasta un siglo después, por influencia de los ensayos del profesor de literatura polaca L. Kukulski, quien en 1959 publicaría una biografía sobre el conde Potocki,


 El clima político de la época -el llamado"Octubre polaco", que facilitó el retorno al poder de Wladyslaw Gomulka, la liberación del Cardenal Stefan Wyszynski, preso desde 1953, la atenuación de la colectivización agraria, el aumento de los salarios y el reconocimiento de los consejos obreros ... - permitió una cierta libertad creativa lejos de los rígidos corsés del Realismo Socialista, dando paso a una moderada exaltación nacionalista,elemento sobre el cual se erige un film como El manuscrito encontrado en Zaragoza.

Su director, Wojciech J. Has (1925-2000), provenía del cine documental, concretamente de la "escuela de Karabasz", una informal doctrina estética que alcanzó su apogeo durante los años sesenta,y que recalcaba el papel de los cineastas. Según esta, el autor de películas documentales debe prescindir de toda escenografía, ha de reducir al mínimo su propia ingerencia en la realidad, y sus protagonistas deben ser, en la medida de lo posible, gente corriente,carente de todo rasgo destacable. Pero, a diferencia de sus camaradas de formación, como Andrzej Wajda, Andrzej Munk o Krzysztof Kieslowski, el director de El arte de ser amada (Jak byc kochana,1963), se cansó pronto del cine documental, del realismo , y exploró nuevos horizontes fílmicos por mediación de dos de las mejores películas fantásticas rodadas en esa época en la Europa del Este,El manuscrito encontrado en Zaragoza y Sanatorio bajo el signo dela clepsidra (Sanatorium pod klepsydra, 1973), basada esta última también en una novela de su compatriota Bruno Schulz (1892-1942).

El manuscrito encontrado en Zaragoza traslada a la gran pantalla solamente la primera parte del libro de Jan Potocki, la que atañe alas escalofriantes experiencias de Alphonse Van Worden. En este sentido, la fidelidad de Wojciech J. Has es encomiable, si bien altera el orden de algunas historias -por ejemplo, las que integran las jornadas Segunda y Tercera - y suaviza el acento abiertamente truculento y sombrío de algunos pasajes, al,tiempo que introduce en otros irónicas pinceladas, no siempre oportunas, de un humor absurdo. Si bien la atmósfera fantasmagórica de la novela se mantiene, gracias a la contrastada fotografía en B/N y Scope de Mieczyslaw Jahoda y el detallista, elaboradísimo diseño de producción de Tadeusz Myszorek y Jerzy Skarzynski. La fisicidad de la puesta en escena no es óbice para que los componentes literarios originales se vean exacerbados por la barroca composición de los encuadres, la plásticidad de cada secuencia en función de sus impulsos románticos, tétricos, aventureros, galantes, oníricos.
A la modernidad de su mirada cinematográfica, de su sesgo documental por cuanto se detecta enla cinta un minucioso estudio de la pintura española del periodo distorsionada por esa estética surreal tan típica del Este europeo-.,Wojciech J. Has suma la música de Krzysztof Penderecki (n. 1933),quien combina la electrónica y la atonalidad característica de la Escuela de Viena con un sinfonismo romántico que cita, con evidente sorna, a Beethoven -ferviente admirador de Napoleón, al inicio dela película.. .-, y compases "españoles" extraídos de Manuel deFalla o Enrique Granados.

Antonio José Navarro